martes, 18 de diciembre de 2012

Un mediodía soleado y no del todo caluroso como se esperaría a mediados de Diciembre, estaba tirada abajo de un roble bastante joven, en el fondo de mi casa, mirando cómo los rayos del Sol se filtraban ente las ramas y una brisa lenta las mecía. Creo que el universo entero estaba tan amodorrado como yo. Y la música suave del mp3 contribuía a acelerar la corriente de imágenes y pensamientos que discurrían por mi cabeza.
Basta de introducciones.
En un momento me detuve a mirar una hoja pequeña, recién brotada diría, verde clara y tierna. Ella fue la que decantó esta reflexión:
¿..y si cada persona fuera como cada una de las hojas de un árbol? En el lapso entre que brotan y caen, comparable con el nacer y morir, le dan vida a algo más. Como árboles y plantas a los ecosistemas y estos al planeta. Quizás en otro nivel somos parte de algo mayor. Como conciencia, energía, amor. Quién sabe. 
Tengo el presentimiento de que me acerco a alguna verdad, casi tanto como las manos sienten la cercanía del fuego. Por ahí somos parte de una especie de fractal eterno. Laberíntico.
No se si alguien entenderá lo que quiero decir, porque intenté expresar una intuición con palabras, un sentir infinito con un lenguaje limitado. Aunque a fin de cuentas, ¿quién puede decir que comprende exactamente a otra persona? Si con las diferentes vivencias, ideas, emociones, entornos, probablemente cada ser sea y viva en un mundo distinto. 
Ojalá podamos elevarnos, aprender de los demás, dejar de lado las diferencias, entendernos y querernos mejor. 
Cierro con una frase que leí una vez: "la ilusión mas grande es la separación... todo está conectado".

sábado, 15 de diciembre de 2012

Afuera escucho un pájaro
saludando al nuevo día
con su canción 
de vida,
y yo
creo poder afirmar
que sobreviví
a una larga noche 
de ausencias.