- Vos… ¿te irías conmigo hasta el fin del mundo?- dijo, de
repente.
- ¿Qué? ¿Escaparnos decís?- respondí, desprevenida.
- Sí. ¿Me seguirías si decido irme?
- ¿A dónde te querés ir? ¿Y por qué?
- Eso no importa, contestame. Si te digo que nos vayamos
ahora mismo, ¿me acompañarías?- insistió.
- ¿Para qué me preguntás esto? – dije bruscamente, con el
tono de quien no termina de confiar en la pregunta.
- Es que… – resopló resignado- quiero saber de qué forma
me querés, o qué clase de amor tenemos, no sé. Respondeme.
- Eso no es justo. No podés medir el amor con esa
pregunta.
- ¿Tanto te cuesta? Es simple en el fondo - dijo casi para
él mismo.
Suspiré mientras pensaba, sólo se escuchaban unos autos
lejanos y el trinar de algún pájaro rezagado en busca del nido, mientras el sol
se escurría por el horizonte. El aire se había vuelto pesado, cortante, como si supiera que no iba a poder soportar la respuesta que estaba a punto de
darle.
- No, no creo…- murmuré tras un rato.
- . . . – bajó la vista, asimilando mudamente mis
palabras.
- No me escaparía con vos, pero eso no quiere decir que no
te quiera - agregué.
- Ya sé que me querés, que me amás, pero no es la clase de
amor que te rompe los esquemas, que te aparta del mundo - su voz tenía un dejo
de angustia que nunca había notado.
- Vos tampoco sentís todo eso por mi, los dos tuvimos
claro desde el principio cómo era esto - dije, buscando su mirada.
- Supongo – esbozó una sonrisa triste - pero.. ¿no
merecemos vivir un amor así de profundo e intenso?
-¿Será que existe esa clase de amor? Y también…¿Durará si
existe?- le contesté desde un
escepticismo que me servía de escudo.
- Me gusta creer que sí- su tono soñador quedó resonando
en mi cabeza, mientras un silencio incómodo nos envolvía.
- ¿Estás bien? No pensé que te importara tanto esto.-
dije, tratando de sacarlo de su ensimismamiento.
- Si… – respiró profundo y su expresión se normalizó-
estoy bien. Hoy ando raro, no me des bola.
Lo tomé de las manos, me acerqué despacio y lo abracé. No
hablamos mas del asunto, pero me di cuenta que en ese momento algo se quebraba
entre nosotros. Casi pude escuchar el desgarro
implacable, concluyente.
Nos despedimos después de un rato, como cualquier otro
día, simulando que nada había pasado, que no se había abierto un abismo entre nosotros.
De hecho seguimos viéndonos durante algún tiempo, aunque la distancia extraña que se impuso ese día, de a poco fue tomando forma y separó nuestros caminos.
De hecho seguimos viéndonos durante algún tiempo, aunque la distancia extraña que se impuso ese día, de a poco fue tomando forma y separó nuestros caminos.
No recuerdo cuándo fue la última vez
que lo vi, ni de qué hablamos o cómo fue esa despedida. No sé si era de día, si
había música de fondo o si tomamos algo. Ni siquiera podría decir en qué
estación estábamos o en qué lugar habíamos quedado para vernos.
Así de terrible fue el final: no
existió, lo pasamos por alto. Ni una lágrima. Ni un dolorcito en el pecho.
Nada. Simplemente sucedió que lo que alguna vez fuimos, se disolvió
paulatinamente, hasta que dejamos de pensar en algún “nosotros” posible.
Unos
años más tarde él se fue por el mundo. Quién sabe hasta dónde lo lleve
su instinto, su sed desbocada por
vivirlo todo.
De vez en cuando hablamos a través de
los kilómetros, como viejos amigos que
extrañan saber uno del otro. Es una alegría que a veces deja un leve resabio
amargo en el corazón, porque nos recuerda vagamente lo que fuimos. Sin embargo
es lindo ver cómo el tiempo nos cambió, o nos ayudó a moldearnos como quisimos,
y a la vez notar que en esencia somos los mismos de siempre, aunque con menos
muros y ataduras. Reconocemos lo más profundo de las razones y motivaciones del
otro en el rumbo que fuimos tomando, en los intentos, y eso salva las
diferencias. Lejos y cerca son tan relativos… es irónico que hoy, de alguna
manera, estemos mas próximos en muchos aspectos que cuando estábamos juntos.
Si evoco aquel día, pienso que con esa
pregunta no sólo quiso comprender nuestro vínculo, sino que tanteó mis alas sin
saberlo. Lo entendí mucho tiempo después, cuando emprendí mi propia búsqueda.
También creo que quizás su búsqueda,
que en ese momento planteó como un escape, era mas profunda de lo que imaginé
entonces. Tal vez se sentía lejos de él mismo, aunque no sabía expresarlo,
prisionero de un sistema que lo miraba con malos ojos por atreverse a pensar
distinto, por animarse a romper el molde.
Me constan sus ansias de libertad.
Pero además de necesitar encontrarse
y responder ciertas preguntas, quería volar de a dos. Y esto último era una
traba que no lo dejaba despegar, el miedo es una fuente inagotable de excusas
si no se lo identifica. Por suerte no buscaba cualquier compañía, nunca fue de
los que se conforman; buscaba ese amor que te vuela la cabeza, que te hace
sentir, según él, que todo cobra sentido.
Yo pienso que más que encontrar a la
persona justa que le provoque los sentires pulidos y elevados que el cree, ese
amor lo va a agarrar desprevenido, en el momento y lugar menos oportuno y de la
forma más inesperada, como debe ser. Al destino le gusta el melodrama. Sólo
espero que se dé cuenta y sea valiente.
Retomando la idea, entre mil dudas, él pudo deshacerse de las cadenas cuando entendió, por un giro inesperado de la vida que no viene a cuento, que hay que parar de postergar, dejar fluir la vida y animarse a ser.
Retomando la idea, entre mil dudas, él pudo deshacerse de las cadenas cuando entendió, por un giro inesperado de la vida que no viene a cuento, que hay que parar de postergar, dejar fluir la vida y animarse a ser.
Fue entonces, me dijo, que comenzó su
viaje.
Todos tenemos un momento de quiebre
en la vida, una bisagra. Sea por la razón que sea, y de la forma en que se dé.
Entonces surge la necesidad imperiosa de acercarnos a nosotros mismos, de abrir
los ojos. Y es casi nuestra obligación utilizarla de puente, hacia lo que
tenemos que ser, hacia la versión nuestra que nos merecemos, que nos debemos.
No me gusta hablar de cosas
definitivas porque el camino da muchas vueltas, pero aunque no lo vea de nuevo,
él va a estar siempre en mi cabeza y en mi corazón como una de las personas que me ayudaron a
despertar.
Escribir esto es mi forma de
agradecerle.
Disfrutemos el viaje. Quizás nos
crucemos en pleno vuelo alguna vez.
Muy bueno Sole. Cada día escribís mejor. No sabía de la existencia de este blog, lo voy a empezar a seguir. Te felicito!
ResponderEliminarJuan Pablo
Gracias Juanpii! me alegra que te guste =)
Eliminar