miércoles, 4 de septiembre de 2013

Te leo
a medida que me dejás, suavemente
acariciando rincones que nadie antes presintió, queriéndolos
consciente de la oportunidad que me das de poder descubrirte
de jugar al detective 
de ser niños juntos
de rozar tu libertad. 

Te leo con la sensación constante del primer encuentro con el poema favorito,
en la agitación de tu pecho al ritmo del mío 
en la cantidad de azúcar que le pones a los mates
en la risa 
en esos gestos que tanto amo
en las ideas
en los besos.

Te leo 
en lo que decís y en lo que te desborda 
en la forma de sostener la mirada
en tus confusiones cotidianas 
en las canciones que amás
en tus tesoros
en tus búsquedas.

Te leo
y al mismo tiempo
te cedo mis páginas, mi vida
para que grabes tu nombre en cada milímetro, 
en cada segundo
y para que al verme desnuda
percibas la intensidad de lo que no sé decir.

Te leo y sonrío:
qué linda historia desplegás! 
Ninguna otra cosa 
podría darme tanto placer
tanta alegría
como conocer los mundos que habitan bajo la piel
de quien más amo.

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